Lo único que hacía feliz de pequeña a Sakiko era contar el dinero. Y como era de esperar acabó trabajando en un banco. Pero un día es secuestrada y accidentalmente arrojada por un precipicio para acabar en un lugar recóndito en medio de ninguna parte. Cuando finalmente es encontrada, en el trabajo es tratada como una heroína. Pero es cuando consigue ver fragmentos del vídeo de los secuestradores, cuando decide mover ficha e ir en busca de un tesoro.