En 1692 el terror se apoderó de Salem (Massachussets), que vivió uno de los capítulos más negros de la historia. Cuando varias jóvenes de la comunidad puritana empiezan a sufrir convulsiones, los vecinos de la ciudad, bajo la influencia del reverendo Samuel Parrish, padre de una de las afectadas, llegan a la conclusión de que se trata de un caso de brujería. En diez meses, 19 personas inocentes fueron acusadas de brujería, juzgadas y condenadas a muerte.